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Pensando con el Mar Menor: ¿Sujeto revolucionario?

En este post comparto algunas ideas que desarrollamos con mi amigo Eduardo Serrano, arquitecto, urbanista, pensador crítico y atípico, activista de la Casa Invisible, y una larga cola de adjetivos admirativos, en unas charlas Bilbao-Málaga durante 2023. Nos invitaron a escribir algo para el seminario ‘Paisajes de abandono’, organizado por Gabriel Gatti e Iñaki Rubio del grupo Kontu Laborategia, que ha acabado en un capítulo (download preprint) del recién publicado libro ‘Contar el abandono. Paisajes de un mundo en ruinas‘.

La invitación fue a relacionarnos con la idea de abandono, que Gabriel Gatti ha desarrollado ampliamente a partir de su trabajo sobre desaparecidos, enfocando el Mar Menor como paisaje de abandono. Y entramos a navegar con esa brújula pero pronto se nos desnortó y nos fuimos por otros derroteros. Porque ¿Cómo puede comprenderse que el mayor conflicto ambiental del estado español de los últimos años, con los partidos mayoritarios confrontados, los científicos divididos y la sociedad fracturada haya conseguido declarar a la laguna y su cuenca sujeto de derechos? En el texto exploramos la contraposición entre una cartografía de abandono y otra de afectos, y creo que la clave para entender este territorio está en no evitar ni tratar de solucionar las profundas paradojas que hacen del Mar Menor lo que es. Cuanto más lo pienso más coincido con aquello que escribimos “el Mar Menor es una singularidad notable por la concentración de agudos problemas, pero también por las oportunidades que paradójicamente esos problemas abren“.

La nueva ley de personalidad jurídica del Mar Menor tiene un enorme reto por delante, crear la primera estructura de gobernanza participativa de un ecosistema como sujeto de derechos en Europa. Nadie sabe muy bien cómo va a resultar la que puede ser la mayor innovación política de lo que llevamos de siglo, está todo conformándose, los comités, las portavocías, las relaciones, los mecanismos. Escribíamos: “El trabajo con el Mar Menor y su comarca tampoco es recuperar una supuesta armonía ecológica ni un modo de vida pasado que ahora se nos antoja idílico. Es encontrar y activar potencias de las vidas que, ahora maltrechas y fragmentadas, habitan la laguna, muy probablemente generar un nuevo socio-ecosistema. En ese sentido el Mar Menor podría hacer valer su no humanidad como terreno neutral, pero radicalmente decisivo, por lo que todes nos jugamos, para una especie de pacto social entre las diversas gentes del territorio donde ostenta el principal protagonismo: ocasión para una nueva vida y para el aprendizaje de un nuevo modo de vivir, un vivir-con (Haraway, 2019)”

Esto nos llevó a especular con la idea de Gaia (a la Latour) como sujeto(s) revolucionario(s) más-que-humano(s), con el Mar Menor como instancia singular de estos nuevos sujetos, en al menos cuatro sentidos. Primero, y quizás más evidente, hay un “sentido político puesto que implica subvertir las relaciones sociales bajo la hegemonía del capitalismo como modo histórico de ser ecosocial”, que ha puesto a tantos territorios al servicio de la producción bajo una lógica de plantación tal como la discuten Ting y Haraway en este diálogo con Mitman. Pero, ojo, segundo, los procesos en Gaia tienen cierta autonomía respecto al juego político humano,“no podemos simplificar y asimilar la condición revolucionaria de Gaia a una especie de anticapitalismo”. El reconocimiento creciente de que las tormentas desatadas son difícilmente controlables, por ejemplo la eutrofización del Mar Menor que cuenta con altas dosis de incertidumbre, está desmoronando la idea moderna de dominio de la naturaleza. Tercero, hay también un sentido existencial, un cambio en las sensibilidades de la época que hace que el abandono del Mar Menor ya no sea una opción para la mayor parte de la población. Cambio derivado del reconocimiento de los vínculos que unen habitantes y laguna, “este vínculo nos interroga y nos demanda una autotransformación, un deseo de devenir otres para re-aterrizar en un lugar difícil de dibujar donde laguna y humanos puedan co-existir (Latour, 2017)“. Cuarto y último, los saberes también están cambiando y surgen nuevos aparatos teóricos y prácticos para una “agenda científica que «escucha» a Gaia“.

Sin duda una idea atrevida y que requiere de más exploración. Por ahora nuestro textito.

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