Este es quizás el artículo con el que más me identifico de todos los que he escrito. Estoy muy orgullosa del proceso de co-producción de conocimiento co-liderado con Paula Zuluaga Guerra en el que exploramos la disputa sobre la eutrofización de la laguna del Mar Menor en Murcia. También estoy contenta con el marco teórico y el análisis que presento en este artículo, mi primer trabajo como única autora. El artículo está publicado en Ecology & Society (¡acceso abierto!), como parte de un número especial sobre co-producción de conocimiento en conflictos ambientales, en el que al menos 10 artículos más se publicarán en los próximos meses.
En el artículo sostengo que la polarización, entendida como un proceso político y relacional de división que se extiende a múltiples esferas de la convivencia social, se está convirtiendo en un obstáculo para la gobernanza ambiental y las transformaciones hacia la sostenibilidad. Para respaldar mi argumento, describo el proceso de polarización en la crisis del Mar Menor como un entrelazamiento gradual de diferencias epistémicas, políticas y afectivas que se han ido agrupando en dos identidades sociales divergentes, “salvadores de la laguna” y “negacionistas de la laguna”, confrontando la responsabilidad de las actividades agrícolas en esta crisis.
Luego me enfoco en la pregunta de cómo la co-producción de conocimiento puede abrir caminos transformadores en entornos altamente polarizados como el del Mar Menor. Para ello, sugiero que la co-producción se concentre en la transformación relacional en lugar de en generar algún producto de conocimiento concreto como un modelo. Basándome en teóricas relacional-procesuales y afectivas, sugiero que la transformación relacional requiere prestar atención a cómo las diferencias emergen y se transforman dentro de las relaciones afectivas en encuentros de conocimiento. Esta perspectiva sobre la co-producción asume que: i) conocer es un proceso relacional de creación de significado, ii) las emociones y los afectos son la sustancia relacional desde la que surgen nuevos significados y iii) una perspectiva de disenso para “hacer la diferencia juntos”, usando la expresión de Helen Verran.
Nuestro proceso de co-producción de conocimiento en el Mar Menor se inspiró en un ethos feminista de los cuidados y en el enfoque de los Laboratorios de Transformación, especialmente en el que organizó un gran equipo de académicos transdisciplinarios en el humedal de Xochimilco en la Ciudad de México. Combinamos ideas de esta experiencia con otras herramientas de participación y transformación de conflictos en un proceso abierto de investigación colectiva en cinco fases, cada una con un resultado relacional esperado. Para analizar la transformación relacional a lo largo del proceso, me inspiro en el concepto de difracción propuesto por Donna Haraway y Karen Barad, como una metáfora alternativa a la reflexión. La difracción no trata de reflejar una realidad objetiva que existe ahí fuera sino que se enfoca en los patrones de interferencia, en cuándo las diferencias importan, cuándo algo cambia en el sentir de los cuerpos, en cómo las cosas son percibidas y narradas y en los efectos de esos cambios en las demás, incluidas las investigadoras.

El análisis difractivo me ayudó a comprender cómo el patrón polarizante se expresaba dentro del grupo de participantes como ciclos de enmarque del problema, culpabilización y evasión de responsabilidades, una trampa de la responsabilidad. ¿Cómo pasar de la responsabilidad como trampa a la respons-habilidad, o capacidad de respuesta, como una cualidad relacional de hacernos cargo de los problemas, tal como sugiere Donna Haraway? En el artículo identifico los momentos en los que la trampa fue desafiada o desplazada hacia un patrón diferente, más co-respons-able, gracias a: reconocer la laguna como una cuestión de cuidados (matter of care) compartida, resaltar cómo el conocimiento nos afecta, encarnar narrativas polarizantes, exponer las incertidumbres en hechos controvertidos y demostrar que se pueden tomar acciones incluso bajo condiciones de incertidumbre.
Este trabajo destaca el potencial de los enfoques relacional-procesuales para abordar problemas ambientales complejos. Enfocándonos en las diferencias, los afectos y la co-respons-habilidad, podemos crear acuerdos parciales y caminos para una colaboración débil pero posible dentro del disenso. Espero que contribuya a las discusiones sobre cómo avanzar en la transición ecológica en medio de la discordia.
Aquí un resumen gráfico del proceso y mis principales aprendizajes:


