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El sueño de la Democracia Real

¿Podemos ser demócratas en nuestra vida cotidiana? ¿Y qué puede significar esto exactamente? Parece que cada vez tenemos menos ocasiones (y motivaciones) de practicar hábitos democráticos en nuestro día a día.

Esta mañana de domingo leía el artículo de Just Serrano en eldiario y notaba cómo me tocaba algo dentro cargado de nostalgia, pero también de esperanza. Así que me animo a explorarlo en unas notas desordenadas.

Just reflexiona sobre la democracia como forma de vida. Parte de la constatación de cifras sobre personas jóvenes acercándose a posturas autoritarias por una conjunción de factores bastante endemoniada y difícil de atajar. Sin embargo la reflexión de Just va más allá al señalar algo a lo que no solemos mirar y que subyace muchos de esos problemas: la pérdida de los hábitos democráticos.

Contrapuestos a la subjetividad neoliberal que impone la competitividad descarnada y el cinismo en nuestras relaciones cotidianas, los hábitos democráticos son aquellos que buscan la construcción de lazos sociales, la solidaridad y el apoyo entre personas, e incluyen “la escucha del otro, la apertura a lo nuevo y lo diferente, la aceptación de la propia falibilidad, o el ejercicio compartido de la creatividad”, reivindica citando a John Dewey. Para mi se trata de estar acostumbradas y tener las habilidades necesarias para participar, tomar parte y reponsabilidad, en nuestros entornos laborales, familiares o en aquello a lo que dedicamos nuestro tiempo libre.

Coincido con la percepción de pérdida de Just, aunque a la vez me pregunto si alguna vez hemos tenido hábitos democráticos como sociedad. Leyéndole, imagino algo como que nuestras empresas fueran más cooperativas y con comités sindicales en los que la gente se implique; nuestras comunidades de vecinos fueran eso, comunidades; o que nos impliquemos en las AMPAs, en las asociaciones de barrio, en las políticas de nuestro ayuntamiento y, por qué no, nuestra comarca y provincia. Sin embargo, esto está muy lejos de la realidad actual. Viendo las escasas capacidades organizativas y la falta de cultura de escucha y participación que me rodean en mi trabajo, en mi comunidad de vecinos, en mi barrio y en mi ciudad, me pregunto ¿Es una pérdida, una regresión, o es que siempre ha sido así salvo contados momentos históricos o lugares como los Centros Sociales Ocupados?

La clase trabajadora siempre ha cultivado colectivo en sus luchas por conseguir derechos y una vida digna. La clase media entre la que me encuentro ahora, lo dudo. Las alianzas entre clases sociales fueron comunes en los momentos revolucionarios, pero en hoy día estamos fragmentados. Suelo comentar con amigas que nos veo a cada una haciendo en su parcelita individual lo que puede para tener menos precariedad, sin mirar si lo que hacemos contribuye a la precariedad del otro, sin acercarnos a escucharle, sin espacios formales o informales para encontrarnos.

Sin embargo, no siempre lo he sentido así. En 2011 participé en la formación de la plataforma Democracia Real Ya, sin duda el experimento democrático más potente que he conocido y cuyo sueño sigue resonando en lo que proyecto cada día. DRY surgió en internet, unos jóvenes madrileños lanzaron un manifiesto reivindicativo ante las conseucencias de la gestión de la crisis de 2008, crearon unos grupos de facebook a los que se sumó gente de todo el estado y decidieron organizar una manifestación. El célebre 15 de mayo de 2011 que luego daría nombre al movimiento que surgió de las plazas y que sobrepasó a DRY por los cuatro cuadrantes. No lo esperábamos, nadie lo esperaba.

DRY traía la propuesta de radicalizar la demoracia con participación y transparencia. En su corta existencia, fue capaz de construir algo que se le parecía: una organización de base coordinando a más de 2000 personas de ciudades y pueblos en una plataforma digital de código libre, la Red DRY, con un método de toma de decisiones y un programa de acción común, sin estar sometidas a una coordinadora o grupo de líderes. Obviamente esto nos significa que no hubiese relaciones de poder, o conflictos. Los había y grandes. De hecho fue por un conflicto que el colectivo se dividió en dos y al poco más de dos años de vida desapareció. Una pérdida gravísima desde mi punto de vista, cuyas consecuencias no supimos calcular.

Pero durante ese breve período, el sueño de la democracia fue muy real para mi y el resto de personas que conformamos DRY. Organizamos manifestaciones masivas, acciones por la vivienda, la sanidad y la educación públicas, coordinando con el resto de colectivos del 15M. Organizamos una impresionante asamblea en la Casa Invisible de Málaga a la que asistieron cientos de personas de todo el estado. Se tomaron decisiones por consenso y se avanzó en organización y acción después en la red digital. Ninguno de los partidos de la aclamada nueva política ha creado algo semejante, con una democracia interna tan potente. Ninguno ha promovido una cultura de la participación como la que tuvo DRY y el 15M. Más bien al contrario, se han dedicado a desmantelarla y a terminar de diluir cualquier esbozo quincemayista del que alegaron partir.

Ni estos partidos ni el gobierno de coalición actual creen en la democracia entendida como algo más allá de votar cada cuatro años. Los tremendos escándalos de corrupción que asolan al PSOE estos días me retrotraen al momento en el que constituimos DRY y salimos a las calles el 15M. Es cierto que no necesitamos una organización estatal para cultivar hábitos democráticos cotidianos, pero también lo es que esos hábitos se aprenden. Necesitamos escuelas en las que aprender a escucharnos, a dialogar, a empatizar, a conflictuar de manera respetuosa y productiva.

DRY fue para mi escuela, pero no supimos sostenerla. Desde entonces no he parado de formarme sobre cómo construir organizaciones sostenibles a través de la facilitación de grupos. He llevado esas herramientas a mi trabajo como investigadora y a pequeños colectivos a los que he podido sumarme. Lo que no veo por ningún sitio son oportunidades como las que DRY abrió, un sueño colectivo de ser capaces de mejorar las cosas si nos organizamos. Quizás sea una cuestión generacional y serán nuestras hijas las que lo retomen.

Mientras tanto, nos jugamos un planeta. Por qué pienso que necesitamos democracia real para salvarlo necesita unos cuantos más posts.

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Visiting SRC: a place for ‘yes we can’

It’s been a while, and I’ve been busy. In spring I visited the Stockholm Resilience Centre for three months, spending time with my dear friend and brilliant researcher María Mancilla. Sharing my experience with a friend last week, I said I felt my wings unfolding during my time there. A weird sentiment for a mid-career who spends most of her energy in the publish or perish hamster wheel. I was asked, what exactly made you feel that way? so I thought of leaving some notes here, in case it inspires those interested in transdisciplinarity as a research culture.

The first thing, on the very first day, that stroke me were the Speed Talk sessions. One hour every Monday, the whole centre attends, even the management team. A simple format that works for many purposes: learning about what others do; practice public talking by sharing your work, ideas, desires, whatever!; updating the centre’s agenda; transparency and accountability; introducing new people. All of which nurtures a sense of community and belonging. I was thrilled by Line Gordon’, SRC director, management updates at the end of the sessions, how she conveyed messages of empathy and self-care in a very demanding profession.

If I were to decide on the predominant collective feeling I perceived during my time there, I’d choose pride. People are proud to be part of SRC, they feel represented by, and representing, the centre. They align with its vision and values, and know how to contribute to making them real. There were messages repeated every now and then like ‘it is researchers who make possible collaboration and transdisciplinarity everyday’. They share this responsibility together.

The centre structure contributes too. SRC is designed, materially and politically, to flat academic hierarchies. All spaces are open, in hot-desk mode, only those with special needs have private offices. There are plenty of rooms for meetings, nice kitchen and living room, sofas and comfortable corners all around, walls decorated with arts and pics made by researchers. And of course the views to the beautiful Brunnsviken Lake. It’s just cool to be there.

There are no permanent ‘research lines’ or groups, everyone is welcome to collaborate with everyone and researchers organise ad hoc teams for each project. The management team holds strategic decision-making power. Among other things, they decide on the quinquennial research areas structuring collaboration and learning across disciplines within the centre. These themes are led by a team of middle career reseachers with a dedicated budget to organise training and collaborative activities to which anyone can attend. For instance I contributed to the themes on ‘Conflict & Collaboration’ and ‘How to do sustainability science’ with a practice session on conflict facilitation in transdisciplinary processes and a presentation of my research in the Mar Menor.

But collaboration is not only a matter of care and good vibes at SRC. It is also a matter of impact. The centre is committed to advance sustainability transformations across the world by collaborating with all relevant actors. Undoubtedly, the highly qualified communication team makes a great difference here. I participated in a session with representatives from Swedish food retailing companies to discuss how they can hep promote more sustainable vegetable production in the Mar Menor area, with Amanda Jimenez presenting the impressive work of the XPaths project. I was honored to share my work and the problems of this region with so important and difficult to reach actors.

Last but not least, there was fun. SRC people of all ages love celebrating and apparently parties are legendary. While I was there, first year master students organised a summer party within the centre facilities to commemorate their second year colleagues’ graduation. It was full of care, pride, tears, good food and community. We danced for hours while the sun barely set on the lake. I really enjoyed that moment, I thought that bodies dancing together is just what sustainability research needs.

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Speculative natures: this changes everything

Program of the workshop Speculative Natures, organised by the ehColab in Murcia, January 2025. Author: Miguel Mesa del Castillo.

My colleagues from the ehColab in Murcia, Juanma Zaragoza and Miguel Mesa, invited me to participate the workshop ‘Speculative Natures’, organised in the frame of the Ant-Mentalhealth project, and facilitate a participatory activity. When I asked what they expected from the session, their framing was: we want to explore what it means to consider natures as people, as subjects with rights, what does it change? We are triggered by the experience of the Mar Menor being granted the legal personhood status, but we dont want to bound the session to this place.

The first thing that came to my mind was the session ‘Systems sensing in organizational complexity’ in the Transformations conference 2023 in Prague I had the pleasure to join. It was facilitated by Justus Wachs & Luea Ritter and focused on what they call systems sensing: ‘a visceral aptitude that draws on innate human capacities for being in relation with, listening deeply to, and momentarily embodying the elements of a system’. This quote is extracted from a paper they published in the Social Innovations Journal systematizing their experience, which I was immensely happy to find and get inspiration from. This post is meant to be a record of how I adapted their methodology for anyone interested in using it in the future.

A second source of inspiration was brought by Juanma, who is a huge expert in Bruno Latour. It’s the methodology developed by the consortium Où atterrir ? to explore new ways of describing territories as holobionts, by describing dependencies composing locals with distant peoples and activities, who might be threatened by those dependencies without us knowing.

Connecting these two methods, I planned a session in two parts, moving from an embodied experience towards a structured dialogue. The first part was meant to explore the question: futures in which ecosystems are people, how do they look like? Following Justus and Luea, we started with some exercises from Theory of the Oppressed to tune up our bodies and sensory capacities. Moving throughout the room, participants were invited to shift a few times back and forth from their inner attention towards the group and the room. Then they played with different walking paces and with stopping to talk with one person while keeping their attention to the group.

After warming up, we entered a guided visualization inspired in constellations as described by Justus and Luea in their paper. Participants chose a place in the room from which they jumped to another spot to visualize a concrete territory in which ecosystems are people. The exercise was repeated several times, following these questions:

  • Observe: How is this territory? Where does it end? What’s in there, what beings, entities or things? How are their relations, their dependencies?
  • Feel: How are you related to this territory? Are you close or far away? Are you an observer or a participant? What does this territory mean to you?
  • Speculate: What resources and material, affective, political agencies do ecosystems-persons have in this territory? maybe there are people willing to take care of them, or institutions that protect them…
  • Analyze: What are the resistances to ecosystems being considered and cared for as people? maybe there are groups feeling marginalized, lobbies exerting pressure, legacies of the past…
  • Jump: make a movement that symbolizes for you the lever that allows this territory to exist. When you arrive, explore for a few minutes how is the path to arrive to this territory…

The journey was done individually and in silence. Participants could move and make noises, but the idea was avoiding talk to give space to other types of information. After the last jump, they were invited to draw together in a wall paper, still in silence, whatever they liked to capture their experience.

The second part opened a collective conversation about: What changes do futures in which ecosystems are people bring forth and how do we drive them forward? Here we drew on the four-quadrant method of Où atterrir ?, rephrasing categories in:

  1. Philosophical, political, scientific, artistic transformations
  2. Resistances, barriers and push backs
  3. Resources, agencies and actions that can be activated as levers
  4. Uncertainties, known unknowns, questions that arise

We spent some time discussing and reframing the categories before entering the conversation. I did not audio record and cant really summarize the discussion 2 months later. I recall the 1 hour time felt quite short, as there’s much to discuss on this new matter of concern. I also remember one of the final sentences from Juanma, that really gives me hope: to me, this changes everything.

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Agua, conflicto y transición ecológica

Fuente: Sobre meandros y cascadas o cómo inundar el correr del río. Autoras: Belén Cerezo Montoya y María Rosario Montero

He tenido el enorme placer de coordinar el número 20 ‘Agua, conflicto y transición ecológica’, de la revista Pensamiento al margen, editada por mi querido amigo Juan Manuel Zaragoza desde la Universidad de Murcia. El número se centra en la transición hídrica en el contexto de las políticas públicas españolas y cuenta con once artículos de investigación y una reseña del magnífico libro Memorias Ahogadas, de Jairo Marcos y M.ª Ángeles Fernández.

Las autoras y autores que han contribuido representan una amplio abanico disciplinar, con fuertes dosis de ecología política, geografía, ciencias políticas y ciencias de la sostenibilidad, pero también con aportaciones desde la sociología, el derecho, la antropología, la investigación artística y la práctica de transformación de los conflictos del agua. Parte de los y las autoras comparten posiciones cercanas a la comunidad epistémica de la nueva cultura del agua. Hay por tanto conceptos y asunciones a lo largo de los textos que forman parte de su acervo común, como la defensa de los valores ecosistémicos y patrimoniales del agua. Todas ellas operan en las zonas grises entre la academia y la acción política transformadora en sus diversas manifestaciones, desde el engranaje con movimientos sociales a la interacción con la política pública, pasando por distintas corrientes de ciencia socioecológica co-producida.

A modo de introducción, esbozo una contextualización histórica y conceptual para las lectoras no especializadas en gobernanza del agua, con el objetivo de situar la idea de ‘transición hídrica’ como un tercer momento en la evolución de las políticas del agua estatales, siendo los dos primeros la denominada ‘misión hidráulica’ y la ‘gestión integrada’ bajo la Directiva Marco del Agua. Defiendo que este nuevo momento requiere poner atención a la intersección entre los riesgos del cambio climático, el deterioro de los ecosistemas acuáticos, y la persistencia de problemas de escasez hídrica, contaminación e insuficiente ordenamiento territorial. Todo ello en un contexto de conflictividad, polarización política y afectiva crecientes, donde las prioridades parecen estar virando lejos de la agenda verde.

Para dar cuenta de los debates en torno al avance de la transición hídrica, el número incluye aportaciones teóricas y análisis empíricos, cubriendo temas como la gestión de las sequías y las inundaciones, la transición hídrica justa en el medio agrario, una radiografía de la opinión pública española en torno a las políticas hídricas bajo el cambio climático, los conflictos asociados a la falta de planificación en el aumento de las demandas, al deterioro de ecosistemas emblemáticos o a la transformación de múltiples ‘formas de ser’ fluviosociales. Incluye también un ensayo visual de las investigadoras en artes Belén Cerezo Montoya y María Rosario Montero, autoras de la imagen de cabecera de este post.

Todos los artículos están publicados en acceso abierto, así que animo a navegarlos y disfrutarlos. Feedback siempre es bienvenido!

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Nuevo artículo: Historias sobre co-respons-habilidad en tiempos de polarización ambiental

Este es quizás el artículo con el que más me identifico de todos los que he escrito. Estoy muy orgullosa del proceso de co-producción de conocimiento co-liderado con Paula Zuluaga Guerra en el que exploramos la disputa sobre la eutrofización de la laguna del Mar Menor en Murcia. También estoy contenta con el marco teórico y el análisis que presento en este artículo, mi primer trabajo como única autora. El artículo está publicado en Ecology & Society (¡acceso abierto!), como parte de un número especial sobre co-producción de conocimiento en conflictos ambientales, en el que al menos 10 artículos más se publicarán en los próximos meses.

En el artículo sostengo que la polarización, entendida como un proceso político y relacional de división que se extiende a múltiples esferas de la convivencia social, se está convirtiendo en un obstáculo para la gobernanza ambiental y las transformaciones hacia la sostenibilidad. Para respaldar mi argumento, describo el proceso de polarización en la crisis del Mar Menor como un entrelazamiento gradual de diferencias epistémicas, políticas y afectivas que se han ido agrupando en dos identidades sociales divergentes, “salvadores de la laguna” y “negacionistas de la laguna”, confrontando la responsabilidad de las actividades agrícolas en esta crisis.

Luego me enfoco en la pregunta de cómo la co-producción de conocimiento puede abrir caminos transformadores en entornos altamente polarizados como el del Mar Menor. Para ello, sugiero que la co-producción se concentre en la transformación relacional en lugar de en generar algún producto de conocimiento concreto como un modelo. Basándome en teóricas relacional-procesuales y afectivas, sugiero que la transformación relacional requiere prestar atención a cómo las diferencias emergen y se transforman dentro de las relaciones afectivas en encuentros de conocimiento. Esta perspectiva sobre la co-producción asume que: i) conocer es un proceso relacional de creación de significado, ii) las emociones y los afectos son la sustancia relacional desde la que surgen nuevos significados y iii) una perspectiva de disenso para “hacer la diferencia juntos”, usando la expresión de Helen Verran.

Nuestro proceso de co-producción de conocimiento en el Mar Menor se inspiró en un ethos feminista de los cuidados y en el enfoque de los Laboratorios de Transformación, especialmente en el que organizó un gran equipo de académicos transdisciplinarios en el humedal de Xochimilco en la Ciudad de México. Combinamos ideas de esta experiencia con otras herramientas de participación y transformación de conflictos en un proceso abierto de investigación colectiva en cinco fases, cada una con un resultado relacional esperado. Para analizar la transformación relacional a lo largo del proceso, me inspiro en el concepto de difracción propuesto por Donna Haraway y Karen Barad, como una metáfora alternativa a la reflexión. La difracción no trata de reflejar una realidad objetiva que existe ahí fuera sino que se enfoca en los patrones de interferencia, en cuándo las diferencias importan, cuándo algo cambia en el sentir de los cuerpos, en cómo las cosas son percibidas y narradas y en los efectos de esos cambios en las demás, incluidas las investigadoras.

El análisis difractivo me ayudó a comprender cómo el patrón polarizante se expresaba dentro del grupo de participantes como ciclos de enmarque del problema, culpabilización y evasión de responsabilidades, una trampa de la responsabilidad. ¿Cómo pasar de la responsabilidad como trampa a la respons-habilidad, o capacidad de respuesta, como una cualidad relacional de hacernos cargo de los problemas, tal como sugiere Donna Haraway? En el artículo identifico los momentos en los que la trampa fue desafiada o desplazada hacia un patrón diferente, más co-respons-able, gracias a: reconocer la laguna como una cuestión de cuidados (matter of care) compartida, resaltar cómo el conocimiento nos afecta, encarnar narrativas polarizantes, exponer las incertidumbres en hechos controvertidos y demostrar que se pueden tomar acciones incluso bajo condiciones de incertidumbre.

Este trabajo destaca el potencial de los enfoques relacional-procesuales para abordar problemas ambientales complejos. Enfocándonos en las diferencias, los afectos y la co-respons-habilidad, podemos crear acuerdos parciales y caminos para una colaboración débil pero posible dentro del disenso. Espero que contribuya a las discusiones sobre cómo avanzar en la transición ecológica en medio de la discordia.

Aquí un resumen gráfico del proceso y mis principales aprendizajes:

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New paper: Tales con co-response-ability in times of environmental polarization

This might be the first paper I’ve ever truly written. I’m really proud of the knowledge co-production process co-led with Paula Zuluaga Guerra to explore the dispute over eutrophication of the Mar Menor lagoon in Murcia, Spain. I’m also happy with the theoretical framework and the analysis I present in this, my first sole author, article. The paper is published in Ecology&Society (open access!), as part of a Special Feature on knowledge co-production within environmental conflicts in which at least 10 more papers will be published in the upcoming months.

In the paper I argue that societal polarization, understood as a political and relational process of division that extends to multiple spheres of social coexistence, is becoming a hindrance to environmental governance and sustainability transformations. To substantiate my argument, I describe the process of polarization over the Mar Menor eutrophication as a gradual entanglement of epistemic, political and affective differences into two divergent social identities, ‘saviours of the lagoon’ and ‘denialist of the lagoon’, who confront the responsability of agricultural activities in the lagoon’s crisis.

I then focus on the question of how knowledge co-production can open transformative avenues within highly polarized environments such as the Mar Menor. For this purpose, I suggest that co-production focusses on relational transformation rather than on generating particular knowledge outputs. Drawing on relational-processual and affect theorists, I suggest that relational transformation requires placing attention on how differences emerge from and are transformed within affective relations in knowledge encounters. This stance on co-production assumes that i) knowing is a relational process of meaning making, ii) that emotions and affects are the relational substance out of which new collective meanings emerge and iii) a dissensus perspective for ‘together doing difference’, using Helen Verran‘s expression.

Our knowledge co-production process in the Mar Menor was inspired by a feminist ethos of care and by the Transformation Labs approach, specially the one organised by a great team of transdisciplinary scholars in the Xochimilco wetland in Mexico city. For our process, we combined insights from this experience with other participation and conflict transformation tools in an open ended process of collective inquiry in five phases, each phase having an expected relational outcome. To analyse relational transformation along the process, I take inspiration on the concept of diffraction as proposed by Donna Haraway and Kared Barad.

The diffractive analysis helped me understand how the polarizing pattern was expressed within the group of participants as cycles of framing, blaming and eluding rensponsibility, a responsibility trap. How then to move from responsibilty as a trap to response-ability as a relational quality, as suggested by Donna Haraway? I identify those moments in which the trap was challenged or shifted to a different co-response-able pattern by recognizing the lagoon as a shared matter of care, foregrounding how knowledge affects, embodying polarized narratives, exposing uncertainties in contested facts, and demonstrating that action can be taken even under uncertain conditions.

This work highlights the potential of relational-processual approaches in addressing complex environmental challenges. By focusing on differences, affects and co-response-ability, we can create partial aggreements and pathways for weak yet possible collaboration within dissensus. I hope this study contributes to ongoing discussions about finding ways to advance sustainability transformations amidst discord.

Here a graphical summary of the process and learnings:

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New OA book! Strengthening European Climate Policy

DOWNLOAD!

I am really happy to share our new open-access book gathering 10 Governance Recommendations from 10 novel Interdisciplinary Collaborations between the Social Sciences and Humanities (SSH), and Science, Technology, Engineering and Mathematics (STEM) disciplines, for strengthening European climate policy.

It is part of a three-volume collection covering climate, energy, and mobility policy produced within the project SSH-CENTRE, which aims at mainstreaming SSH contributions to the climate transition.

For over a year and a half, our BC3 team –Ester Galende Sánchez, Alevgul H. Sorman and myself – coordinated the book chapters development together with Sara Heidenreich, Christian A. Klöckner from NTNU. We launched a call for interdisciplinary teams who were to be first time collaborating. We reviewed applications and selected 10 teams to produce one policy recommendation each. We supported their chapter writting process and co-organised a symposium for the 3 book teams to come together and share their insights. Finally, we organised the review process to refine contributions, found relevant authors for the book foreword and afterwords (I personally love Irmelin Gram-Hanssen afterword) and wrote introduction and conclusions.

As my first book editorial experience, I can say it was an absolute pleasure to work with this team and to meet a huge number of scholars interested in interdisciplinarity for climate policy. Climate related topics in the book are quite diverse, whereas cross-cutting themes revolve around justice, ethics, participation and learning from the South in climate mitigation and adaptation. Hope you enjoy it!

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Pensando con el Mar Menor: ¿Sujeto revolucionario?

En este post comparto algunas ideas que desarrollamos con mi amigo Eduardo Serrano, arquitecto, urbanista, pensador crítico y atípico, activista de la Casa Invisible, y una larga cola de adjetivos admirativos, en unas charlas Bilbao-Málaga durante 2023. Nos invitaron a escribir algo para el seminario ‘Paisajes de abandono’, organizado por Gabriel Gatti e Iñaki Rubio del grupo Kontu Laborategia, que ha acabado en un capítulo (download preprint) del recién publicado libro ‘Contar el abandono. Paisajes de un mundo en ruinas‘.

La invitación fue a relacionarnos con la idea de abandono, que Gabriel Gatti ha desarrollado ampliamente a partir de su trabajo sobre desaparecidos, enfocando el Mar Menor como paisaje de abandono. Y entramos a navegar con esa brújula pero pronto se nos desnortó y nos fuimos por otros derroteros. Porque ¿Cómo puede comprenderse que el mayor conflicto ambiental del estado español de los últimos años, con los partidos mayoritarios confrontados, los científicos divididos y la sociedad fracturada haya conseguido declarar a la laguna y su cuenca sujeto de derechos? En el texto exploramos la contraposición entre una cartografía de abandono y otra de afectos, y creo que la clave para entender este territorio está en no evitar ni tratar de solucionar las profundas paradojas que hacen del Mar Menor lo que es. Cuanto más lo pienso más coincido con aquello que escribimos “el Mar Menor es una singularidad notable por la concentración de agudos problemas, pero también por las oportunidades que paradójicamente esos problemas abren“.

La nueva ley de personalidad jurídica del Mar Menor tiene un enorme reto por delante, crear la primera estructura de gobernanza participativa de un ecosistema como sujeto de derechos en Europa. Nadie sabe muy bien cómo va a resultar la que puede ser la mayor innovación política de lo que llevamos de siglo, está todo conformándose, los comités, las portavocías, las relaciones, los mecanismos. Escribíamos: “El trabajo con el Mar Menor y su comarca tampoco es recuperar una supuesta armonía ecológica ni un modo de vida pasado que ahora se nos antoja idílico. Es encontrar y activar potencias de las vidas que, ahora maltrechas y fragmentadas, habitan la laguna, muy probablemente generar un nuevo socio-ecosistema. En ese sentido el Mar Menor podría hacer valer su no humanidad como terreno neutral, pero radicalmente decisivo, por lo que todes nos jugamos, para una especie de pacto social entre las diversas gentes del territorio donde ostenta el principal protagonismo: ocasión para una nueva vida y para el aprendizaje de un nuevo modo de vivir, un vivir-con (Haraway, 2019)”

Esto nos llevó a especular con la idea de Gaia (a la Latour) como sujeto(s) revolucionario(s) más-que-humano(s), con el Mar Menor como instancia singular de estos nuevos sujetos, en al menos cuatro sentidos. Primero, y quizás más evidente, hay un “sentido político puesto que implica subvertir las relaciones sociales bajo la hegemonía del capitalismo como modo histórico de ser ecosocial”, que ha puesto a tantos territorios al servicio de la producción bajo una lógica de plantación tal como la discuten Ting y Haraway en este diálogo con Mitman. Pero, ojo, segundo, los procesos en Gaia tienen cierta autonomía respecto al juego político humano,“no podemos simplificar y asimilar la condición revolucionaria de Gaia a una especie de anticapitalismo”. El reconocimiento creciente de que las tormentas desatadas son difícilmente controlables, por ejemplo la eutrofización del Mar Menor que cuenta con altas dosis de incertidumbre, está desmoronando la idea moderna de dominio de la naturaleza. Tercero, hay también un sentido existencial, un cambio en las sensibilidades de la época que hace que el abandono del Mar Menor ya no sea una opción para la mayor parte de la población. Cambio derivado del reconocimiento de los vínculos que unen habitantes y laguna, “este vínculo nos interroga y nos demanda una autotransformación, un deseo de devenir otres para re-aterrizar en un lugar difícil de dibujar donde laguna y humanos puedan co-existir (Latour, 2017)“. Cuarto y último, los saberes también están cambiando y surgen nuevos aparatos teóricos y prácticos para una “agenda científica que «escucha» a Gaia“.

Sin duda una idea atrevida y que requiere de más exploración. Por ahora nuestro textito.

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Pensando con el Mar Menor: la pregunta y el problema

Han pasado tres años desde que mis pies tocaron por vez primera las cálidas aguas de la laguna salada en la costa murciana. También han pasado muchas cosas. Mi intención era usar este blog como herramienta para pensar-con el Mar Menor a medida que la investigación avanzaba. Por diversos motivos no he logrado hacerlo hasta ahora, cuando el trabajo de campo está concluido y ando elaborando los resultados en varios artículos en inglés. Así que quiero escribir una serie de posts en castellano que den cuenta del proceso, los dilemas y aprendizajes por el camino.

Cuando comencé en enero de 2021 escribí un esquema de investigación que contenía preguntas y objetivos, no muy articulado, lo justo para arrancar. Partí de una pregunta metodológica:

How to co-produce knowledge on wicked social-ecological issues characterized by severe ecological degradation, multi-actor conflict, social polarization and deep power asymmetries?

¿Cómo se puede co-producir conocimiento sobre problemas socioecológicos ‘wicked’, caracterizados por la degradación ambiental severa, el conflicto multiactor, la polarización social y fuertes asimetrías de poder? La pregunta ya me predisponía a explorar los CÓMO, los métodos, las tácticas, las prácticas, eso que había aprendido en mis dos años en Wikitoki y tanto les gusta a los amigos de Colaborabora. También en la formación en facilitación de IFACE cuyas herramientas quería trasladar a mi ámbito de investigación.

En concreto, lo que me interesaba era explorar la transformación de conflictos ambientales y su relación con eso que llamamos ‘conocimiento académico’ (en singular es obviamente engañoso). A un segundo nivel, estudiar la relación entre las experiencias afectivas del Mar Menor, el conocimiento del mismo y el conflicto social.

En ese momento partí de conceptualizar la eutrofización del Mar Menor como un ‘wicked problem’, siguiendo literatura reciente en el ámbito internacional en esta línea. El concepto de wicked problem fue propuesto Rittel y Webber (1973) para nombrar aquellos problemas que son difíciles de resolver. Venían de la ingeniería de sistemas donde las funciones de optimización son modus operandi. Se dieron cuenta que algunos problemas no respondían a su lógica optimizadora y, al ponerse a pensar sobre ellos, llegaron a definirlos a través de 10 características. Y con ellas, los construyeron en el imaginario investigador, expandiéndose pronto a distintos ámbitos de la planificación y las ciencias ambientales donde los problemas tienen múltiples dimensiones y escalas interconectadas y, por mucho que lo hayamos intentado, tampoco se resuelven con ecuaciones.

Sin embargo, mi lista de características descriptivas del problema social en torno al Mar menor iba bastante más allá de lo que Rittel y Webber plantearon. Y lo que encontré cuando me sumergí en el territorio fue mucho más. De hecho hoy pienso que es un concepto que se queda corto, aunque sirve para enmarcar una parte del problema. También se queda corto otro concepto que me ha influido mucho en mi vida académica y el de problema postnormal (Ravetz y Funtowick 1990), aunque sin duda las incertidumbres, los fuertes intereses en juego y la urgencia del problema son elementos importantes.

Hay elementos más profundos en el Mar Menor que apenas estoy empezando a nombrar y que tienen que ver con los vínculos con la laguna, el impacto afectivo de la eutrofización en la sociedad murciana, la falta de gobernanza o incluso el desgobierno, la tensión entre partidos políticos mayoritarios, la fragmentación social y territorial, y las desigualdades. En medio de esta madeja se encuentra el conocimiento académico, las controversias y las incertidumbres asociadas, instrumentalizadas por el conflicto, reforzando la polarización. Y otra capa de refuerzo: la campaña desinformación y negacionismo orquestrada por la extrema derecha, financiada por los que no quieren moverse ni un palmo de su lugar, que gana más y más adeptos en el Campo de Cartagena (como en el Egido y en Huelva, enclaves con ciertas resonancias).

Tratando de describir el contexto Mar Menor para el último artículo, me sumergí en la literatura de polarización. Se distingue entre polarización temática, ideológica y afectiva, y hay bastante debate sobre si están o no relacionadas. Debate que a mi me sorprende, porque me parece imposible que no lo estén, al menos en el Mar Menor. Me interesó mucho el concepto de cámaras de eco de C. Thi Nguyen, por su capacidad descriptiva de los mecanismos de refuerzo de la polarización: creación de confianza y narrativas compartidas intracámara, deslegitimación activa de narrativas extracámara. Más aún me interesó otro que dialoga con él, el de búnkeres epistémicos de Katherine Furman, porque señala la dimensión afectiva de estas cámaras: en ambientes hostiles, y hoy vivimos permanentemente en ellos, buscamos espacios en los que sentirnos seguras para compartir nuestros valores y opiniones abiertamente. El problema es que tienen fronteras y mecanismos que dificultan salir del bunker una vez que entras. Esto resuena también con la psicología social de los conflictos intratables que describen Halperin y Sharvit en un libro homenaje al legado de Daniel Bar-Tal. Si bien esta teoría se desarrolló a partir del análisis del conflicto Israel-Palestina, la idea básica es muy similar: hay un ‘ethos del conflicto’ que se autoperpetúa a través de la formación de creencias divergentes en torno a la legitimidad, la confianza y la unidad (nosotros vs vosotros) junto a orientaciones emocionales que las sostienen. Cuanto más concibamos al otro como del otro bando, más polarización y fragmentación, más reducción de la multiplicidad de posiciones y diferencias a dos únicas, confrontadas, identidades sociales.

Creo que algo de todo esto hay en el Mar Menor: hay dos bandos de actores sociales enfrentados, cada uno amparado en distintos niveles y partidos de gobierno, cada uno movilizando conocimiento experto para reforzar su narrativa y deslegitimar la de enfrente. Hay también fuertes asimetrías de poder, con algunos actores que ostentan mucho y se resisten al cambio, y otros que están en situación muy precaria y son prácticamente invisibles, especialmente los trabajadores migrantes. Hay duelo, tristeza, rabia y frustración por la situación de la laguna, y también victimismo y agravio, defensiva y negación. Y también hay mucha gente haciendo cosas, cuidando la laguna, cambiando sus prácticas, luchando por su reconocimiento como sujeto.

En 2022 concebí el Mar Menor como un laboratorio del Antropoceno/Capitaloceno/Chthuluceno, usando la triada propuesta por Haraway. Hoy casi que deseo que no sea laboratorio sino excepción, que no se multipliquen ni se expandan situaciones de tal complejidad porque traen mucho dolor y son (casi)imposibles de transformar hacia horizontes de más equidad y justicia social y ambiental. Al menos desde la mentalidad política predominante a la que le aterra la participación y la democracia.

A no ser que haya una revolución. Y quizás el Mar Menor la esté trayendo y no nos demos cuenta aún. Lo cuento en el próximo post.

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IntegrateNbS – Exploring the transformative potential of nature based solutions

Uretamendi, December 2023. Border between houses and gardens.

The IntegrateNbS project kicked off in January 2024. Funded by the Driving Urban Transitions partnership, the project aims to explore the ‘transformative potential’ of so-called nature based solutions (NbS) in urban planning. We work with the 3 Spheres for Transformation framework proposed by Karen O’Brian and Monica Sharma and count with the support of cChange as consulters expanding the application of this framework worldwide through their succesful Transformative Leadership for Sustainability program.

In a nutshell, the 3 Spheres framework considers that for sustainability transformations to be effective, they need to happen at three interconnected levels: the practical interventions in the world, at institutional systems and structures and in peoples values, beliefs systems and worldviews. From this lens, a practical intervention like a NbS could be more transformative if changes are induced in the institutions and policies planning for it and in the values of people affecting and affected by it.

IntegrateNbS aims to contribute to an identified knowledge gap concerning the consideration of social dimensions, such as equity and justice, in the design and implementation of NbS. Its main output will be a co-creative methodology, the ‘IntegrativeLabs’, to include such dimensions when developing NbS. We have 6 case studies in 4 European countries (Norway, Sweden, Poland and Spain) in which we will test this methodology to accompany existing NbS planning processes.

What I really like from this process is having cChange as internal coachers helping as build a solid foundation for an interdisciplinar and intercultural collaboration. We have internally applied the 3 Spheres framework to organise ourselves as a team. We will also apply it as the baseline for designing the Integrative Labs. I dont often work from pre-defined frameworks but I see value in this heuristics that is sufficiently simple to give room to diversity, while sufficiently complex to enable collective comprehensive thinking.

The Spanish team at the Basque Center for Climate Change is working with two case studies. First, in a pheripheral neighbourhood in Bilbao, Uretamendi, self-constructed by migrants that came from other parts of Spain to work in the industries during the 50-60s. It is literally a village carve up in the mountain, an ecotone between the urban and the forest (see pic at the beginning of the post). Our research in Uretamendi will focus on understading how people relate to nature in the area and how this can inform local council plans for renaturalization.

Second, we are working with the EbroResilience Strategy, a large scale policy initiative involving 5 public administrations to transform flood risk governance in the middle Ebro river. EbroResilience has been implementing NbS for the last 5 years as a new way of co-habiting with the river rather than attempting to control it. Yet, this shift to NbS has triggered strong confrontation and conflicts that are being attended through an ambitious participatory and conflict transformation program. The work with EbroResilience will be a collaboration to developing an evaluation framework and assess the transformative potential of their participatory strategy, a framework that will be later applied to the other case studies.